Loving Pablo…(el nuestro)

Esta mañana uno de los dos profesores de religión de mi instituto ha llegado tan ufano a tomarse el café. Ha contado a la cantinera que se había pasado la noche bebiendo, de juerga en su casa, para celebrar la victoria de Miguel Ángel Rodríguez y su muñeca diabólica. Su compañero de sinecura hoy no ha venido, porque se ha tomado dos días libres. Este otro, que nunca da clase de nada (sus alumnos se pasan masivamente a mi asignatura de Valores éticos, con o sin permiso de dirección), y que tiene una pinta de alcohólico que tira de espaldas, se ha ido por lo visto a visitar a su madre, o eso ha alegado. Pero su compañero de no-materia le disculpa, porque, según ha dicho textualmente, “por dos días que los alumnos se pierdan la clase de religión no van a ser más santos…” He mantenido la boca cerrada. Ya sabéis que los profesores de religión están en la pública sin pasar por oposición alguna, y que generalmente acostumbran a poner 10 a todos sus alumnos de todos sus grupos de todos sus años de profesión para que así sus clientes repitan y se matriculen el curso siguiente. Para ello, basta con convertir sus clases en un Cine-Fórum permanente, desde La historia más grande jamás contada hasta alguna cinta rara sobre budismo, que aquí no se respeta ni eso que escuchó George Barrow vendiendo Biblias en España: “yo es que no creo ni en mi religión, aunque sea la verdadera”. Cualquier religión les parece buena, si mantiene a la feligresía muda frente a la pantalla, y creer me parece que ya no creen en nada. Luego, a primera hora, tras terminar la lección regular, un grandullón de Bachillerato ha sentado cátedra frente a sus compañeros de que no importa quién gane o pierda, mientras se elimine el toque de queda. También he mantenido la boca cerrada. Y en la siguiente, segunda hora, un chico majo y listo de origen marroquí de Segundo de la Eso ha expresado su ferviente deseo de ser como Pablo Emilio Escobar Gaviria, al que idolatra con todos sus patronímicos y aún a sabiendas de que ponía bombas en autobuses escolares -se ha visto todos los videos de Popeye, el chaval, y la idea insinuada por mí de que los narcos mueren jóvenes hasta le parece romántica… Todo eso me ha parecido un buen resumen en miniatura de lo que ocurrió ayer en Madrid: los parásitos han votado a la Ruperta porque veían peligrar sus menesterosos chollitos, y el resto de la población o bien ha votado “libertad” frente a las medidas anti-covid o bien tienen la edad mental de mi chico de Segundo y les pone mogollón el descaro trumpiano, ya está, así de serios somos, ese es el esqueleto democrático de la capital del reino en 2021…

De modo que nada nuevo que reportar: Madrid renueva en las oficinas de la policía su DNI político habitual y España vuelve a ser bipartidista, como está mandado. Bueno, sí, algo nuevo: Pablo Iglesias abandona la política. Puesto que él, y su partido, fundado hace siete años un poco por responsabilidad cívica ante el 15-M y otro poco por aquello de “¿que no hay cojones?: ¡sujeta el cubata!” han provocado la emergencia desde el subsuelo ctónico y ancestral de la patria celtibérica de los monstruos que nos han mantenido en vilo todo este tiempo, justo es que desaparezca de escena al tiempo que desaparecen aquellos. La diferencia está en que Pablo volverá a la universidad, mientras que los monstruos sólo abandonarán la escena, pero no los lóbregos sótanos nacionales, hasta que vuelva a ser necesario exhibirlos a plena luz del día. Ellos seguirán allí, bramando, mordiendo y soltando escupiña, amansados y alimentados de cuando en cuando por banqueros, empresarios y políticos de la caverna, como esos bichos enormes y horrendos que tienen encadenados en lo profundo de las películas clásicas de Star Wars –Miguel Ángel Rodríguez como Jabba the Hut. Ya se andaba retirando últimamente Pablo Iglesias, esa es la verdad. Debe estar hasta el moño, nunca mejor dicho, de estrategias, contraestrategias, escraches, amenazas, rivalidades internas, acusaciones de macho-alfa, consulta a los inscritos, causas archivadas e inmundicias de propios y extraños en general. No todo el mundo sirve para chapotear en la mierda toda su vida, en la escuela del Comisario Villarejo y afines. Iglesias tiene tres hijos pequeños, hay que atenderlos, educarlos y acaso politizarlos, en vez de perder el tiempo y tal vez los principios y hasta la vida entre gentuza como Francisco Camps. Y habrá que reflexionar un rato sobre su épica irrupción en el tablero político español a fin de escribir cinco o diez libros de sabias lecciones politológicas desde el burladero, a la manera de Yanis Varoufakis. Pablo Iglesias deja detrás de él unas cuantas mujeres muy válidas, a las que no va a ser fácil juzgar tan sólo porque lleven pendientes, coleta y traje de dos piezas sin corbata (que parece mentira, pero la cantidad de votos que han huido de Unidas Podemos por ello, por no hablar del gesto genial y nunca lo suficientemente bien ponderado de cambiar de género el nombre del partido; pero esto es España, la misma del arriba las caenas, y por muchas proclamas de libertad que hayamos escuchado en esta campaña no está hecha la miel para la boca del cerdo…)

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, muchos británicos de a pie se acercaron bajo la residencia de Winston Churchill a cantar esa tonadilla universitaria de sólida y bizarra camaradería masculina, ya la conocéis: “¡porque es un chico excelente, porqueeeeee es un chicoooooo exceleeeeeeente!”. Pues mira, si no voy esta noche a hacer lo mismo al famoso casoplón de Galapagar es, primero, porque me da corte, segundo, porque no tengo con quién, y, por último, porque lo llamarían “culto a la personalidad”… Así que también en esto mantendré la boca cerrada. Pero que conste que no volveremos a ver a alguien decente tomando la iniciativa de hacer algo grande y decente en este país indecente en mucho, mucho tiempo…

6 comentarios en “Loving Pablo…(el nuestro)

  1. Lo peor es que, en adelante, no va a apetecer votar ya a nadie, ni útil, ni inútil ni nada de nada… Veremos lo de Yolanda, los mass mierda ya deben estar investigando sus trapos sucios (lo que es decir: creándolos)

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  2. Yo espero que esas mujeres que «ha dejado» y a las que no se las juzgará solo por el moño o los pendientes (sino por todo lo que se les ocurra -total, son mujeres), sí harán algo decente por este país indecente. Es un tipo ilustrado y le ha echado arrestos, pero no creo (espero) que sea el único/a/e que pudiera hacer algo decente.
    Otra cosa es lo que l@s docentes podemos hacer para salvar al país de tantos/as/es votantes del otro lado. De esos que se emborrachan para celebrar la ignorancia y el borreguismo.

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